La Gran Panacea
LA GRAN PANACEA
De la a salud física y mental
La humanidad, en su incesante búsqueda de recursos para prevenir y curar las enfermedades que la aquejan, ha soñado con encontrar un medicamento o procedimiento que le brinde estas posibilidades: una panacea.
¿Qué condiciones ideales debe tener este gran remedio universal? En primer lugar, contar con el suficiente y riguroso soporte científico que lo acrediten como tal; de otra parte debe ser de acceso fácil y económico para la población general, no poseer efectos secundarios o colaterales adversos y por último que sus beneficios abarquen a todo tipo de población, sin importar sexo, raza, edad o estrato socioeconómico.
Desde hace algún tiempo, se sospechaba la existencia de este elemento, hasta que por fin la ciencia se pronunció con un fallo contundente e inapelable: sí existe este recurso, que ha probado su eficacia a lo largo de las investigaciones realizadas y es nada más y nada menos que EL EJERCICIO.
Son innumerables los beneficios comprobados de esta práctica:
A nivel CARDIOVASCULAR, hay una mejoría generalizada de la eficiencia en el sistema circulatorio, compuesto por el corazón, arterias y venas. Disminuye y ayuda a controlar la hipertensión arterial y mejora la funcionalidad de todos los órganos al incrementar la irrigación de los mismos. Acá es importante mencionar un concepto que cobra fuerza en Medicina Preventiva y es el de la “auto-reparación tisular “. Esto implica que elementos tan importantes como las arterias y arteriolas, encargados de transportar el fluido sanguíneo, lo utilizan igualmente para mantener íntegras sus estructuras; a mejor microcirculación, mejor auto reparación, situación de gran importancia, cuando el paso de los años empieza a afectar el calibre y elasticidad de los vasos sanguíneos, “el hombre tiene la edad de sus arterias” (Dr. Thomas Sydenham).
A nivel RESPIRATORIO, mejora la mecánica de la ventilación pulmonar, aportando a todos los órganos, una mayor cantidad de Oxígeno.
A nivel METABÓLICO, ayuda en la prevención y tratamiento de diabetes, sobrepeso, obesidad y múltiples condiciones endocrinas.
El aparato LOCOMOTOR, huesos, músculos y articulaciones, son beneficiarios directos del ejercicio, facilitando el fortalecimiento y funcionalidad de estas estructuras con el transcurso de los años.
A nivel OFTALMOLÓGICO, se han comprobado efectos favorables en prevención y tratamiento del Glaucoma, disminuyendo los niveles de presión intraocular, la cual se encuentra generalmente elevada en esta enfermedad; igualmente en la Degeneración Macular Relacionada con la Edad, retardando su aparición y mejorando su pronóstico. Estas dos patologías ocupan, junto con las Cataratas, los primeros lugares como causas de ceguera en el mundo.
A nivel PSICOLÓGICO, el ejercicio genera la producción de Endorfinas, sustancias que actúan en el Sistema Nervioso Central, promoviendo la sensación de felicidad y bienestar, a la vez que actúan como analgésico natural. Esto tiene positivas implicaciones en el manejo de enfermedades como la depresión y la ansiedad.
A nivel NEUROLÓGICO, es quizá, donde el ejercicio cobra una especial y novedosa relevancia, pues recientes investigaciones, han comprobado que su práctica juiciosa y adecuada incide directa y favorablemente en los procesos de NEUROPLASTICIDAD CEREBRAL. Ésta, consiste, en una facultad, que le permite al tejido neurológico, bajo ciertas circunstancias, renovar sus complejas estructuras y crear nuevas conexiones entre sus intrincados circuitos, que lo habilitan para mantener a esa gran central de cómputo que es nuestro cerebro, en condiciones saludables. Ningún medicamento producido por la ciencia farmacéutica ha logrado los efectos benéficos sobre la neuroplasticidad, como los ha logrado el ejercicio, previniendo, retardando o mejorando la calidad de vida de pacientes afectados por enfermedades neurodegenerativas como el Párkinson, Alzheimer, Demencia Senil etc.
Sin pretender dar cátedra sobre cultura física, pues no es el propósito de este artículo y además existen innumerables y muy útiles publicaciones al respecto, podemos decir en términos generales, que el ejercicio debe ser practicado de manera lentamente progresiva, constante en el tiempo, pues al suspenderlo, se revierten sus efectos benéficos y además debe abarcar las tres principales variables: estiramiento, fuerza muscular contra resistencia ( ej: flexiones de rodilla y pecho) y acondicionamiento cardiovascular (aeróbicos, spinning, elíptica o en su defecto, caminar con energía o marcha y trote estáticos).
Es importante establecer una rutina personal, según nuestros horarios y condiciones físicas particulares.
¿POR QUÉ NO HACEMOS EJERCICIO? Los argumentos son variados:
-No tengo tiempo. - Levántese más temprano y regálele 30 minutos a su salud; tal vez se puedan tomar del tiempo dedicado al celular; además la hora del día no importa, utilice el momento más conveniente y si tenemos en cuenta que el ejercicio es acumulativo, 30 minutos se pueden fraccionar en tres periodos de 10 minutos. De otra parte, es válido cambiar tiempo por intensidad, pues según se ha establecido, media hora de intensidad moderada podría cambiarse por 10 a 15 minutos de mayor intensidad.
-No poseo el espacio adecuado, ni los aparatos indicados, ni tengo acceso al gimnasio. No se preocupe, no los necesita. Si dispone de unos 4 metros cuadrados con buena ventilación, es suficiente. Busque en Internet, una rutina que se acople a estas circunstancias. Si vive en un apartamento, no desaproveche la oportunidad, no utilice el ascensor; si sube escaleras, 4 o 5 pisos dos veces al día o más, este excelente ejercicio sería suficiente. Camine más y utilice el carro con menos frecuencia.
Todo parece indicar que el ejercicio ideal para personas mayores, es el de caminar con energía.
La idea es adoptar siempre un estilo de vida NO SEDENTARIA, ingeniándonoslas para incorporar el ejercicio en todas las oportunidades posibles de nuestro modus vivendi.
Una vez que entramos en la “onda del ejercicio”, es tal la sensación de bienestar que nos brinda, que esto nos motiva para no abandonarlo.
Como pueden ver, no existe ninguna disculpa para no hacer ejercicio; tomemos ya esta gran decisión en favor de nuestra salud física y mental, el beneficio y la gratificación son grandes y la consigna de ahora en adelante: A HACER EJERCICIO. Buena suerte.
Miguel Chaparro B.
Médico oftalmólogo